La firma del contrato y la construcción del ferrocarril trasandino, la obra de infraestructura cumbre de nuestro Eloy Alfaro, contó con la más enconada oposición de la derecha política desde el congreso y del poder clerical desde el púlpito, porque ese “elefante blanco” era “inspiración del demonio”. Por nada del mundo se podía permitir el éxito de un gobierno democrático, antifeudal, y bolivariano, que significaba el progresismo de la época a nivel continental.
La
“Historia del Ferrocarril de Guayaquil a Quito” es un trabajo escrito con puño
y letra por el Viejo Luchador fechado en Panamá el 28 de octubre de 1911. Nos
narra las vicisitudes que tuvo que salvarse para llevar adelante esta la magna
obra cuya llegada a Quito cumplirá 110 años el 25 de junio próximo.
La derecha declaró la guerra al proyecto ferrocarrilero en el congreso de 1898 calificándolo de pretexto para saquear la Nación. Calificaron a don Eloy de traidor a la Patria, porque de esa manera se iba a entregar el País a los yanquis, aseguraban; y sobre todo, que boicoteando el proyecto “se salva la santa religión de nuestros mayores”. Señalaron que el contrato tenía sobreprecio, que había coimas de por medio y que el mismo Presidente Alfaro era accionista de la empresa constructora. Alfaro recuerda en el documento que en la Cámara de Diputados el gobierno contaba con la oposición de la mayoría abrumadora y que el proyecto se pudo salvar en el Senado con firmeza y negociaciones políticas.
Lo
interesante en esta nota es que los más rabiosos opositores al gobierno
revolucionario alfarista eran justamente los mayores terratenientes de las
provincias de Chimborazo, León (hoy Cotopaxi) y Pichincha, los que se sacaron
la lotería a manera de PLUSVALÍA por el paso de la vía férrea. Dice Alfaro que
los propietarios de las haciendas por donde pasa la línea del ferrocarril “han
obtenido una utilidad de 300 millones sin más sacrificio que los que ha soportado
el gobierno”.
Si esto tiene alguna similitud con las fortunas
provenientes del “lleve de la Perimetral”, o de los terrenos aledaños al
aeropuerto de Tababela o a UNASUR en la Mitad del Mundo, no es mera coincidencia.
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C. M. Mg. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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